lunes, 12 de julio de 2010

Panteon Chase, ataudes que se mueven solos


En la Isla de Barbados, perteneciente a las Antillas menores existe una leyenda que hoy día no ha podido ser resuelta. En el cementerio Christ Chursh se sucedió un hecho aterrador y escalofriante que conmocionó a toda la localidad. Una cripta, ahora abandonada y a la cual nadie se anima a entrar es la protagonista de la historia que hoy les contaré.

La tumba tiene origen en el año 1742 y perteneció a la familia Walrond pero que no llegaron nunca a utilizar y lo vendieron a una familia amiga, los Elliot. El 31 de julio de 1807 Thomasina Goddard, pariente de los dueños del mausoleo fue enterrada allí en simple cajón de madera que colocaron en los anaqueles superiores de la cripta. Al poco tiempo de ello el panteón fue vendido a la familia Chase, gente muy violenta y agresiva que se había vuelto involucrada en hechos delictivos.

Al año siguiente del primer entierro, la cripta tuvo otro integrante más, se trataba de Mary Ann Chase que con tan solo 2 años de edad había encontrado la muerte en manos de su propio padre, Coronel Thomas Chase. El cuerpo de la pequeña fue inhumado en un pesado y solido ataúd de plomo. Tiempo más tarde, concretamente 4 años después, el mausoleo fue reabierto para enterrar al hermano de la niña, Dorcas Chase quien supuestamente se había dejado morir encerrado en su propio cuarto.

El joven estaba sepultado en otro ataúd de plomo y era trasladado por esclavos que mientras descendían por la escalera que conducía al interior de la cripta descubrieron con horror como el cajón de la joven Mary Ann había sido corrido hacia el otro extremo del cuarto y estaba cabeza abajo. Los hombres huyeron despavoridos del lugar aseverando que el hecho era obra de espíritus malignos.

El coronel Chase obligó a otros subordinados que acomodaran el ataúd descolocado y ubicaran el nuevo en el sitio que le correspondía mientras acusaba a bandidos esclavos por lo acontecido.

Al mes siguiente de la muerte de su hijo, el mismo coronel se quitaba la vida y era sepultado junto a su familia en el panteón, para suerte de los sepultureros el acontecimiento inexplicable del movimiento de ataúdes no se había repetido, por lo cual cerraron sin problemas la puerta de hierro del mausoleo.

En 1816 pierde la vida el tercer hijo de la familia Chase, Samuel Brewster Ames Chase y al momento de su entierro se produjo un macabro hallazgo, los ataúdes que pesaban más de 200 kilos pertenecientes a Mary Ann, Dorcas y el coronel estaban cabeza abajo apoyados contra el muro opuesto de la sala.

Los extraños acontecimientos fueron informados al gobernador de la isla Lord Combermere el que al comprobar con sus propios ojos lo acontecido ordenó que se cubriera el piso del panteón con arena fina con el fin de que quien entrase para cometer su fechoría dejara marcadas las huellas a la vez dejó esparcidos por el lugar varios objetos de gran valor. Hizo cambiar además a vieja cerradura e indicó que sellaran la puerta de hierro con yeso y piedras. El gobernador plasmó su anillo en el cemento fresco a modo de sello de seguridad.

La historia de los ataúdes movedizos fue pasando de boca en boca hasta que se conoció dentro y fuera de la isla, dando lugar a comentarios sobre supuestos hechos extraños en las proximidades del panteón Chase.

Una mujer comentó que escuchó un sonido muy fuerte y gemidos de dolor provenientes de la tumba y a instante su caballo enloqueció de terror, otro suceso cuenta que ese mismo día un grupo de equinos atados en las proximidades de la zona enloquecieron de miedo y corrieron hacia al mar donde se ahogaron.
En 1820 deciden abrir nuevamente el sitio y el gobernador de la isla acompañado de su secretario, Nathan Lucas y el reverendo Thomas Orderson entre otros presentes decidieron estar presentes.

La parte exterior del mausoleo estaba tal cual la habían dejado, sin señales de forcejeo ni alteración alguna en el sello del anillo, pero al derrumbar el cemento exterior descubrieron que había un féretro roto y que un hueso se asomaba por la rajadura, era el de Dorcas Chase. El de Mary Ann estaba apoyado cabeza abajo en el muro opuesto a la puerta, los 2 restantes desordenados por el suelo y como siempre el de madera permanecía en su sitio.

Por otro lado la arena estaba intacta y los objetos de valor estaban donde se los había dejado, nada parecía aseverar que la cripta se habría inundado o movido por un temblor ni que persona alguna pudiese haber entrado y además movilizado los pesados ataúdes. El secretario del gobernador tomó nota de la posición que tenían los féretros al momento de abrir el lugar.

La historia causó gran revuelo y se desparramó con la velocidad de un chisme llegando a oídos de Arthur Conan Doyle quien afirmó que los sucesos se debían a fuerzas sobrenaturales pero esto no pudo confirmarse ni siquiera por expertos en lo paranormal.

A causa de lo inexplicable de los hechos el gobernador hizo que el mausoleo se vaciara y trasladaran los cuerpos a otro nicho. Actualmente el panteón se encuentra abierto al público y puede acceder todo curioso que desee ver e sitio donde acontecieron los extraños sucesos siglos atrás.

¿Te animarías a entrar?

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